Las plantas de tratamiento de aguas residuales están cambiando su cara y sus funcionalidades. Se convierten en verdaderas plantas de valorización de aguas residuales. Se están convirtiendo en actores importantes en la economía circular en términos de energía, las plantas de tratamiento de aguas residuales se han transformado en “plantas de valorización de aguas residuales” en pocos años y pueden ofrecer nuevos recursos.
El fósforo es un fertilizante mineral indispensable para la agricultura. Desde la época del antiguo Egipto, se ha utilizado en forma de huesos triturados que se mezclaron con el suelo para enriquecerlo. En su forma de fosfato, el permite que la planta desarrolle sus raíces y madure sus frutos. Es una parte indispensable del cóctel de POTASIO, nitrógeno, fósforo y potasio. El fósforo también permite a las plantas fortalecer su resistencia a las bajas temperaturas. Se utiliza como fertilizante en el 90% de los cultivos de hortalizas. Sin fósforo, sin tomates, ensaladas, guisantes o trigo. El fósforo también se utiliza en la industria alimentaria para la conservación de ciertas carnes y mariscos.
Un gran desafío
La única mina de fósforo de Europa está en Finlandia, y está lejos de cubrir las necesidades. Por lo tanto, es necesario importar, principalmente de Marruecos, toneladas de fósforo por año para nuestros cultivos y la conservación de nuestros alimentos. Marruecos suministra el 20% de la producción mundial de fosfato, es el primer exportador mundial y el principal proveedor de Francia, pero este polvo de roca tan necesario para nuestros cultivos no es infinito. Ante una demanda que aumenta cada año y una población que sigue creciendo, quedarían entre 50 y 100 años de reserva de fosfato. Existe un gran riesgo para la producción agrícola de experimentar una escasez de este elemento o al menos un aumento significativo en el precio del fósforo en los próximos años. La idea es, por lo tanto, reciclar el fósforo que consumimos. Una vez ingerido a través de nuestra dieta, termina en nuestras heces y, en consecuencia, en las aguas residuales a la entrada de nuestras plantas de tratamiento de aguas residuales. Un yacimiento de fósforo que está a la espera de ser explotado.
Gracias a la innovación tecnológica, hoy en día es posible extraer fósforo de lodos secos y luego triturados. La técnica se llama lixiviación. Los efluentes se introducen en un reactor, se tratan químicamente y el fósforo se precipita en el fondo del reactor. A partir del lodo, un disolvente disolverá el fósforo presente, luego se transformará en un elemento sólido por precipitación. Al mismo tiempo, se eliminarán los metales pesados para no terminar en los cultivos después. Es posible mediante este proceso recuperar el 90% del fósforo contenido en nuestras aguas residuales. El fósforo se encuentra en forma de pequeños gránulos blancos llamados estruvita. Una pepita en verdad, ya que luego es posible transformarla en fertilizante y venderla a los agricultores. Los ahorros son múltiples, ya que la planta de tratamiento de aguas residuales verá una disminución en el consumo de energía, usará menos productos químicos, gastará menos en el tratamiento de lodos y aumentará la vida útil de sus equipos.
Cada año en Francia, alrededor de 1,8 mil millones de kilos de materiales de lodo producidos provienen del sector industrial y de las plantas de tratamiento de aguas residuales urbanas. Algunas plantas de tratamiento de aguas residuales o más bien “plantas de valorización de aguas residuales” forman parte de un enfoque sostenible y responsable. A largo plazo y si el proceso se generalizara, el fósforo reciclado podría garantizar el 20% de la producción de fertilizantes.
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