California: potabilización de aguas residuales
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Ante el estrés hídrico y la amenaza que supone el cambio climático, Marruecos lanza un ambicioso plan para asegurar y racionalizar la gestión del agua por 30 años. Con 625 metros cúbicos al año por habitante, la mitad que en el los años 60, Marruecos está clasificado por la ONU como país en riesgo de estrés hídrico.
El río Moulouya es uno de los más importantes de Marruecos, el sube en las montañas del Atlas y desemboca en el Mediterráneo. A su paso, el reverdece los oasis, da cobijo a las aves migratorias y permite a los agricultores regar sus cultivos. Durante miles de años, ha sido un vector de vida. Desde 2020, el Moulouya ya no puede alcanzar el mar Mediterráneo. Desaparece antes. Su flujo ya no es constante y potente. Es el mar Mediterráneo que remonta el curso del río durante casi quince kilómetros. Esta agua salada es peligrosa para los cultivos y no apta para el consumo.
Douar Elil es un agricultor que ha perdido toda su cosecha de melones amarillos. Se secaron en el melonero porque no había suficiente agua de buena calidad. Dice que no hay agua suficiente tampoco para su campo de alcachofas.
En Marruecos, especialmente en las zonas rurales y remotas, la gestión del agua solía ser un modelo virtuoso de reparto y gestión. Organizados en comités, todos los habitantes participaban en el mantenimiento de las tuberías y el reparto del recurso. En algunos pueblos, incluso el precio del agua se evaluaba en función de los recursos por habitante.
El sistema que funcionaba tan bien se ve amenazado por dos factores. El crecimiento demográfico de Marruecos ha sido importante desde los años sesenta, la población ha pasado de 12 a 37 millones de habitantes, con un fuerte éxodo rural. Al mismo tiempo, el cambio climático se está dejando sentir con años de grave sequía y años de inundaciones que causan daños en las redes de agua.
Para hacer frente a esta situación, Marruecos está creando un sistema centralizado de gobernanza del agua. Se están elaborando planes de estudios para enseñar la gestión del agua en la universidad. Acciones de responsabilidad y transparencia en el seguimiento de la gestión del agua son implementados. El agua es una cuestión nacional para el Reino de Marruecos. La falta de acceso a la calidad del agua y la competencia entre los distintos usos (agua potable, agua de riego y agua para uso industrial) tiene consecuencias para la salud de los habitantes y la economía del país. El crecimiento marroquí ha caído del 7% al 1,5% entre 2022 y 2021.
La ley 36-15 establece normas de «gestión integrada, descentralizada y participativa» para gestionar recursos y garantizar el derecho de todos a acceder al agua.
También aquí, como en Israel y California, se desarrollará el «reut». Marruecos tiene 153 plantas de tratamiento de aguas y desarrollará el uso de aguas grises. 46 proyectos son en curso, para el riego de campos de golf y zonas verdes, se ahorrarán 100 millones de metros cúbicos de agua al año.
El Reino de Marruecos no esperó el alerta de la ONU y del Banco Mundial para tomar conciencia de que las alteraciones climáticas podrían tener un efecto devastador en el frágil equilibrio de la gestion del agua. Se invertirán 25.000 millones de euros hasta 2050, incluida la construcción de 30 nuevas presas. Marruecos tiene 145 presas que aseguran desde los años 60 la posibilidad de vivir de sus reservas. El Reino intenta conservar al menos 2 años de consumo de agua para hacer frente a una gran sequía. El margen es cada año menos cómodo.
Este plan pretende amortiguar los años secos y gestionar mejor y anticiparse al cambio climático. La carrera está en marcha para garantizar una gestión resiliente de las reservas de agua en Marruecos.
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